martes, 27 de mayo de 2008

Sandy García Moreno 1° A

Titulo: Una mona hizo caminar a un robot con el pensamiento
Diario: La Nación
Fecha: Abril 2008
Resumen:
El investigador estuvo en la Argentina
Hace algunas semanas, Idoya, una mona de seis kilos, logró hacer caminar en una cinta deportiva a un robot humanoide de alrededor de 1,70 m utilizando sólo su actividad cerebral. Ella estaba en Carolina del Norte y el robot, en Kyoto, Japón.

Este y otros experimentos similares (en 2003, un mono pudo controlar, también con sus pensamientos, un brazo robótico) fueron realizados por uno de los investigadores más destacados del momento, según la revista Science: el neurocientífico brasileño Miguel Nicolelis.

Nicolelis, que intenta desarrollar una interfaz entre el cerebro y la máquina que pueda ser utilizada por personas paralizadas, acaba de pasar por la Argentina para participar en el X Taller Argentino de Neurociencias realizado en Huerta Grande, Córdoba, un fascinante encuentro que congregó a más de 200 apasionados investigadores en neurociencias del país. Allí fue entrevistado por la Agencia CyTA.

-Doctor Nicolelis, ¿cómo concibió la idea de que es posible dirigir máquinas con la mente?
-Al terminar mi doctorado en la Universidad de San Pablo, se me ocurrió desarrollar técnicas para registrar la actividad de sistemas de neuronas. Era técnicamente muy difícil y no se tenía certeza acerca de su utilidad. Había otros que se dedicaban a registrar la actividad de una única neurona. Nosotros propusimos que era importante visualizar todo o una gran muestra del circuito, que está formado por millones de células. En estos 20 años, evolucionamos del registro de única célula, al de 400 o 500.

-¿Cómo lo hacen?

-Con electrodos muy finos, del grosor de un cabello, que se implantan en el tejido cerebral. Realizamos múltiples implantes, y eso nos permite tener una muestra de los circuitos neuronales y su dinámica. Creamos la interfaz cerebro-máquina, que nos permite decodificar la información contenida en la población de neuronas en tiempo real. En milisegundos, registramos múltiples parámetros motores que pueden ser usados para controlar un brazo o una pierna mecánica.

-¿Podría explicar cómo hacía el mono para dirigir al robot a un océano de distancia?

- El mono caminaba en una cinta y pensaba cómo eran los movimientos de las piernas. Nosotros registramos la actividad de 300 células, decodificamos eso, y enviamos a Kyoto los parámetros motores extraídos de su cerebro. En Kyoto, este mensaje era dirigido a las piernas de un robot llamado CB [siglas en inglés de "cerebro computacional"], que comenzó a caminar de acuerdo con las instrucciones del cerebro del mono. Las imágenes de sus piernas al caminar eran vistas por el mono en una pantalla, de tal manera que el animal podía visualizar la realización de sus movimientos.

-¿Se daba cuenta el mono de que controlaba el robot?
-Sí, exacto. Después de alrededor de media hora, desactivamos la cinta en la que caminaba y sólo pensaba los movimientos medio segundo antes que se produjeran los movimientos del robot. En este intervalo, registrábamos las señales eléctricas, decodificábamos los parámetros motores y enviábamos los datos a Kyoto. Cuando ambos se acostumbraron a la situación, nosotros desconectamos la cinta y el mono dejó de moverse. Pero como tenía las imágenes del robot y recibía comida como recompensa, se condicionó para continuar imaginando los movimientos. Y se mantuvo así durante varios minutos.

-¿Cómo podría este experimento ayudar a desarrollar dispositivos para personas discapacitadas?
-Nuestros experimentos con los miembros superiores e inferiores demostraron que es posible condicionar a los animales para que imaginen movimientos. Los pensamientos pueden generar la estructura del movimiento sin que el animal tenga que moverse. Para los pacientes que perdieron los movimientos porque tuvieron una lesión, esto puede ser fundamental. Nos da la esperanza de que en el futuro se registren las señales del cerebro de los pacientes y puedan usarse para comandar prótesis mecánicas o robóticas.

-¿Estamos lejos de algo así?

-Avanzamos muy rápidamente. Creo que tendremos una oportunidad de comprobar estas ideas con pacientes en los próximos años. Este trabajo probablemente lo hagamos en colaboración con el Instituto Internacional de Neurociencias de Natal Edmond y Lily Safra, el Hospital Sirio-Libanés de San Pablo y la Universidad de Duke.

-¿Cuándo comenzarán los experimentos?

-El Instituto ya está funcionando desde 2005 y tenemos un laboratorio de neurofisiología clínica en el hospital. Estamos preparando todas las condiciones para realizarlos en los próximos dos o tres años. En los Estados Unidos tenemos toda la parte tecnológica, la tecnología, el hardware. Los neurocirujanos del Brasil ya visitaron Duke; los de Duke también fueron a San Pablo para intercambiar técnicas. Será algo muy interesante y también muy importante para la ciencia brasileña.

-¿Piensa que algún día se podrá controlar con el pensamiento a un robot que esté en Marte, por ejemplo?
-[Se ríe.] En Marte todavía no, pero llegaremos lejos.

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